viernes, septiembre 14, 2007

Exclusión, reacción e hipocrecía

Después de la muerte de un carabinero en los disturbios del 11, la pregunta que hacen las autoridades a través los medios de comunicación, es ¿por qué la violencia? Y aunque dejan la pregunta en el aire, como si no existieran respuestas, éstas existen. La primera respuesta se revela cuando hacemos las preguntas correspondientes: ¿Por qué justamente en las poblaciones más pobres, donde el empleo, la salud y el transporte son una interminable espera? Y ¿por qué donde los jóvenes viven más cerca de las drogas y las armas que de la universidad? La segunda respuesta nos la entrega las preguntas ¿por qué justamente un 11de septiembre y después de que las autoridades restringieran las marchas en conmemoración a la UP? ¿Por qué después de que el gobierno hiciera oídos sordos a la petición de la CUT sobre un sueldo mínimo digno? y ¿por qué el mismo año en que carabineros matara a un obrero en huelga? Muchas preguntas para una sola respuesta: la exclusión política y económica. La situación a la que son expuestos los sectores más vulnerables lleva en algún momento a una reacción. Quizá no en el lugar adecuado ni de la mejor forma, pero es el resultado de un sistema social injusto.

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lunes, septiembre 03, 2007

Por una Iglesia mínimamente ética (www.revistamasiva.com)

A principios de agosto el arzobispo Alejandro Goinc emplazó a los empresarios a implementar un sueldo mínimo “ético” superior al sueldo mínimo legal, que ni siquiera cubre las necesidades básicas de los trabajadores más pobres del país, situando sorpresivamente a la Iglesia Católica chilena de lado de los sin voz. El presidente de la Corporación de la Producción y del Comercio, Alfredo Ovalle, comentó al respecto que era algo que podía “entrabar las relaciones entre trabajadores y empresarios", la mandataria declaró que “la desigualdad extrema es una vergüenza inaceptable”y el empresario y político Sebastián Piñera dijo que el Estado debiera poner lo que los empresarios no pueden. Aunque todos tuvieron algo que decir al respecto, dio la impresión de que nadie se había dado cuenta de la realidad nacional antes de las declaraciones del obispo. Uno se podría preguntar ¿dónde estaban los políticos y empresarios cuando la CUT pedía que se aumentara el sueldo mínimo? ¿dónde estaban los responsables de la realidad social chilena cuando los analistas independientes denunciaban que el limite de la pobreza establecido por la encuesta Casen era ilusorio? La Iglesia Católica en Chile, a pesar de la perdida de adeptos que ha sufrido en los últimos tiempos, sigue teniendo suficiente peso como para provocar este tipo de debates. La senadora UDI Evelyn Matthei quien primero dijo que el clérigo estaba hablando bobadas, tuvo que cambiar su discurso y declarar que le parecía "espectacular” avanzar en esta materia, mientras el senador del mismo partido Pablo Longueira alegó que él había presentado con anterioridad una propuesta similar sin que se le prestara la misma atención. Como si fuera poco, unos días después de las declaraciones de Goic, el rector de la Universidad Alberto Hurtado y sacerdote, Fernando Montes, opinó que los más acomodados de nuestro país debieran pensar en un “sueldo máximo ético” que no ofenda a los que ganan el mínimo, evocando a empresarios, rostros televisivos y políticos. La iglesia viene desde hace un tiempo haciendo hincapié en la necesidad de disminuir la brecha entre los chilenos más ricos y los más pobres. Abordar el tema desde un punto de vista moral es muy astuto, porque deja fuera de la discusión las supuestas inconveniencias económicas y políticas, recurrentes al momento de silenciar el reclamo popular. No nos adelantemos a los hechos, pero es de esperar que, después de un largo distanciamiento con las fuerzas sociales, esta iniciativa sea el principio de un vuelco de la Iglesia hacia una actitud más cercana a los desprotegidos y más coherente con la institución solidaria y popular que lideró Raúl Silva Enríquez.

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