Obama – el presidente de colores

Si usted se encuentra con alguien de tez oscura y pelo crespo por estos días tenga la delicadeza de saludarle respetuosamente, porque desde el 19 de enero el hombre más poderoso del mundo es medio africano. Nadie sabe como fue que sucedió, pero de un día para otro teníamos un presidente americano negro. Algo impensable, no solo hace unos años, sino hasta el día de su asunción. Jesse Jackson lo había intentado hace dos décadas pero no había pasado de las primarias. Recuerdo a unos jóvenes afro-americanos que por esos días decían que Michael Jackson había demostrado que un negro puede llegar hasta la sima más alta, sin imaginar que en el país donde siempre existe el riesgo de ser señalados como delincuentes, encarcelados, maltratados y hasta ejecutados injustamente, uno de los suyos llegaría aún más lejos. A estos jóvenes Obama les promete mejores oportunidades si están dispuestos a sacrificarse por su patria, pero esta vez no entregando sus vidas en guerras imperialistas, sino integrándose al sueño de un país para todos. Un país que incluso está dispuesto a tenderle la mano a quien lo requiera. Anuncia más inversión social y más control del mercado, lo que muchos interpretan como una clara tendencia izquierdista. Pero Obama también despierta las esperanza de los medioambientalistas, esos que llevan años tratando de hacer entender a los políticos estadounidenses que el país más poderoso y más contaminante del mundo debe cambiar de actitud frente al futuro de la tierra. Para los más optimistas Obama es mucho más que negro, es esperanzadoramente verde, medio rojo y hasta trae una paloma blanca bajo el brazo.