viernes, julio 20, 2007

No a Pascua Lama, no a Canadá

La agresión que sufrió la selección sub 20 en Toronto ayer deja muy mal a los canadienses. Nunca había escuchado un comentario negativo sobre los habitantes del país del norte, al contrario hasta ayer parecía existir cierta simpatía por ellos en Chile. Lamentablemente las circunstancias nos obligan a cambiar de actitud. La policía de ese país nos agredió a todos cuando, después del partido con Argentina, atacó con golpes, insultos e incluso descargas eléctricas a nuestros representantes deportivos. No sólo eso, sino que los esposó y los detuvo por largo rato sin que nadie entienda por qué. De hecho las circunstancias son muy extrañas y no han habido explicaciones ni disculpas por parte de los anfitriones del mundial de fútbol juvenil. Nuestra cancillería e incluso nuestra presidenta se mostraron afectados por el hecho y pidieron una investigación a las autoridades canadienses. Ojalá nuestro gobierno sea firme en su actuar, porque no es la primera vez que nuestros compatriotas sufren maltratos fuera de nuestras fronteras sin que nuestras instituciones reaccionen oportunamente. Sólo por dar un ejemplo, hace pocos días se mostró por televisión un reportaje sobre la pésima manera en que tratan a los chilenos que llegan a España de turistas, sin que haya una respuesta del gobierno chileno. Nunca he sabido de malos tratos a europeos ni norteamericanos cuando vienen a Chile, al contrario siempre son bien recibidos sus turistas y sus empresarios ¿Como se vería que a su llegada los esposáramos, los golpeáramos y los insultáramos ? Definitivamente no es nuestro estilo. La canadiense Barrick Gold, que pretende explotar el oro que hay debajo de los glaciares de Pascua Lama, cultiva buenas relaciones de cooperación con nuestras instituciones. Muchos chilenos también se sienten favorecidos por la llegada de la empresa a nuestro país, pero para quienes nos oponemos a este proyecto antiecológico la consigna “No a Pasua Lama” adquirirá desde hoy una nueva dimensión.

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jueves, julio 12, 2007

Unidos en el abuso

Podría parecer que los dos prófugos más buscados del último tiempo son totalmente distintos, pero no necesariamente es así. Algunos pensarán que los crímenes de Rafael Maureira Trujillo, alias "Sacarach" nada tienen que ver con los Derechos Humanos, pero a pesar de que el concepto se usa habitualmente para referirse a los atropellos contra adversarios políticos, los niños son humanos y tiene derechos también. Más que una deducción lógica esto está establecido en la Convención sobre los derechos del Niño de Naciones Unidas. Otros dirán que los crímenes políticos de Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, alias “Don Elías” son una categoría muy distinta a los delitos sexuales, pero también se equivocan, porque las violaciones y los vejámenes sexuales son parte central en la tortura política. Si a alguien le cabe alguna duda sírvase revisar el Informe Valech. Cuando se trata de crímenes en serie como estos, los abogados llevan a la corte unicamente los casos más seguros. Por eso Iturriaga fue juzgado sólo por un secuestro, a pesar de pertenecer a la mafia militar que sigue escondiendo muchos de los cuerpos de quienes torturó y asesinó. Maureira tampoco pagará por todo el daño que su red de pedofilia causó a sus victimas y su entorno. Así como es imposible cuantificar el dolor provocado por estos criminales también es difícil establecer castigos proporcionales a sus delitos. Sin embargo, los tribunales no deben tardar en dictar sentencia y menos discriminar entre unos y otros, como ha ocurrido con las victimas de Iturriaga que han esperado justicia por mucho más tiempo que las de Maureira. La prensa se ha hecho cómplice de este injusto escenarios al referirse de manera simplificada a los “condenados por violaciones a los Derechos Humanos", sin especificar que se trata de los peores abusos imaginables a hombres, mujeres y niños, en absoluto contraste con la manera detallada y condenatoria en que expone otro tipo de delitos. Los Derechos Humanos rigen para todos, desde el nacimiento hasta la muerte, e incluso más allá. Quien vulnere esta ley universal abusando de seres en situación de indefensión, mayores, menores, de izquierda o de derecha, debe ser drásticamente sancionado por la sociedad en su conjunto, sin importar la motivación del delito.

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