domingo, septiembre 28, 2008

Allende es el candidato de la gente

35 años después de su muerte los chilenos siguen recordando a Allende, pero con una actitud distinta. Este mes de septiembre la multitud que caminó desde la Alameda hasta el Cementerio General para rendirle homenaje parecía estar más llena de esperanza que de dolor. Quienes participaron en el concurso de TVN sorprendieron a todo el mundo cuando lo eligieron como el más grande de nuestra historia. Y las miles de personas que celebraron su natalicio número 100 en la Plaza de la Constitución aplaudieron sus discursos como si estuviera vivo. Quizá esa sea la razón por la cual un aspirante a la presidencia incorporó el símbolo de la UP en su propaganda política. Entre tantos allendistas hay muchos votos que ganar y puede ser una maniobra inteligente y oportuna, pero no nos apresuremos. Jorge Arrate fue parte del gabinete de Allende y de un programa de gobierno que incluía la nacionalización de las riquezas naturales, que les exigía a los empresarios responsabilidad social y donde la solidaridad era el eje central. Temas que para algunos socialistas como Arrate, la Concertación no ha asumido con suficiente fuerza. No sólo la incapacidad de combatir las desigualdades económicas, sino también la inamovilidad y la corrupción, han aumentado el descontento de la ciudadanía con el gobierno. Y es evidente que fue ese descontento el que alentó al público que aplaudió a Allende el pasado 21 de septiembre frente a la Moneda cuando decía que los cargos públicos no están para que las personas engorden sus bolsillos. Es difícil saber si se trata de simples ataques de nostalgia o si realmente estos miles de chilenos están dispuestos a impulsar una nueva fuerza inspirada en el allendismo, pero una cosa es segura, no bastan los símbolos para que los que se emocionan con El Pueblo Unido de los Inti-Illimani entreguen su voto. Allende no era un exaltado pero llegó a la presidencia con un programa valiente e innovador, y hasta ahora nadie ha planteado nacionalizar las aguas y las carreteras, menos intervenir las Isapres.

jueves, septiembre 18, 2008

Queremos saber cómo murió Allende

Así como hace poco celebramos los 100 años del natalicio de Allende, resulta imposible no recordar su trágica muerte cada 11 de septiembre. Pero esta vez no desde el punto de vista simbólico sino práctico, ya que existen muchas incógnitas respecto a las circunstancias entorno a su muerte que no han sido esclarecidas y que por alguna extraña razón nadie se ha preocupado de investigar. Desde el principio la versión oficial fue que el ex presidente se había suicidado. Pero la Junta Militar no entregó mayores detalles al respecto y limitó por completo el acceso a la información. Nunca quiso dar a conocer el informe forense realizado por la Policía Técnica de Investigaciones ni el examen de la autopsia practicado al cadáver del presidente. El secretismo y la censura hicieron dudar de la versión oficial. Durante muchos años la izquierda defendió la teoría de que Allende había sido asesinado por los militares, pero tampoco tenía pruebas de ello, muchos de quienes estuvieron las últimas horas con el mandatario fueron asesinados y los sobrevivientes tuvieron versiones dispares o simplemente no quisieron dar detalles. Cada bando parecía estar conforme con la versión que le tocaba defender, hasta el retorno a la democracia cuando Patricio Guijón, médico de Allende, se reunió con la viuda y le contó que él había visto a Allende suicidarse. Eran momentos de generosidad y reconciliación y tanto la familia del ex presidente como su partido optaron por aceptar esa versión. Pero si nos alejamos de las circunstancias coyunturales y humanas resulta que existen datos contradictorios e indicios fehacientes de que toda la verdad no se dicho. Según Patricio Guijón Allende se disparó una ráfaga de ametralladora bajo el mentón, mientras que, en lo que se conoció en democracia del informe de la autopsia, se habla sólo de una entrada de bala: “se observa un orificio de entrada de proyectil. El proyectil perfora el piso de la boca”. También se ha dicho que la ametralladora con que se suicidó Allende era la que le había regalado Fidel Castro, pero muchos ponen en duda este antecedente, entre ellos el periodista Camilo Taufic, autor de Revisión de una Historia Adulterada, quien afirma que el arma no estuvo en la Moneda ese día y que fue Pinochet quien quiso hacer creer eso. Además el ya famoso Kalashnikov está desde entonces desaparecido y no se han hecho las pericias correspondientes para saber si de ahí salió la o las balas que acabaron con la vida de Allende. Hermes Benítez, autor de Las muertes de Salvador Allende, afirma que el ex presidente se pudo haber quitado la vida con un arma corta. Según lo que se conoce del acta del Departamento de la Policía Técnica de Investigaciones habían cartuchos de bala de arma corta en el lugar antes de que el general Palacios y sus hombres adulteraran el escenario de la muerte. Incluso Guijón, en un gesto de respeto, habría aportado a esta adulteración cuando movió el cadáver de Allende, desde el suelo hasta un sillón de la Sala Independencia. Incluso habría acomodado la metralleta sobre las piernas del presidente. La versión de la izquierda chilena nació cuando Fidel Castro después del Golpe de de 1973 denunció que según una fuente del GAP al ex presidente lo habían matado los militares. Pero el GAP Renato González, supuesta fuente, niega haber sido el autor de esta versión, según la revista mexicana Proceso. Por otro lado existe la versión casi de película que habla de que Allende habría sido asesinado por el agente cubano Patricio De la Guardia, cercano al GAP. En el libro La Cuba Nostra, los secretos de Estado de Fidel Castro, del periodista Alain Ammar, dos ex funcionarios de inteligencia cubanos, Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez declaran haber escuchado de la boca de Patricio de la Guardia como él mismo dio muerte a Allende en la Moneda. La orden habría venido de Fidel Castro para evitar que se rindiera. Esa versión también fue la de los militares chilenos en los primeros momentos. La periodista Patricia Verdugo en su libro Interferencia Secreta, dice que el general Herman Brady, informó a los inspectores de la Brigada de Homicidios de la muerte del presidente diciéndoles “lo asesinó un GAP”. Hay muchas dudas respecto a la muerte del ex presidente. El hecho de que el féretro fuera entregado a la familia sellado con soldadura, que en ningún momento se le permitiera a Hortensia Bussi ver el cuerpo de su esposo y que se mantuviera a la prensa y a la ciudadanía alejada de todos los hecho relacionados con la muerte de Allende, hacen creer que existen antecedentes que se ocultan. El examen de la autopsia practicado al cadáver del presidente la noche del 11 de septiembre y los peritajes realizados por la Policía de Investigaciones en el lugar de los hechos se escondieron hasta hace poco, pero el informe de su exhumación realizada en septiembre de 1990 tampoco se conocen a pesar de haberse hecho en democracia. Quizá la muerte de un gran hombre siempre crea incógnitas y mitos y con todos los testimonios y documentos sobre la mesa seguirían existiendo dudas, pero no hay razón para mantener en secreto documentos y pruebas sobre algo que nos pertenecen a todos. La historia se debe escribir en base a la verdad y no en base al miedo por conocerla. El partido de Allende hace parte de la coalición de gobierno hace casi dos décadas y sin embargo nunca ha tomado la iniciativa de poner en marcha una investigar a fondo sobre las circunstancias en que murió Allende para poner fin a la censura impuesta por el régimen militar y que ha prolongado la Concertación. Este es el año del ex presidente y los chilenos exigimos la verdad.

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