sábado, septiembre 10, 2011

El mundo está cambiando

Mientras las profecías del fin del mundo van y vienen, varios países han registrado revueltas ciudadanas que han tomado por sorpresa al establishment de varios continentes. A los terremotos, tsunamis y ciclones, que sufrimos en carne propia o conocemos través de los medios de comunicación, se han sumado las marchas de protesta, los enfrentamientos con la policía y los alzamientos armados. Tras la crisis bancaria del 2008 los islandeses salieron a las calles. No estaban dispuestos a pagar los malos negocios de los banqueros y obligaron al mandatario y su gabinete a renunciar. Pero no se conformaron con eso, porque al cabo de unos meses habían logrado cambiar la constitución a través de un plebiscito. En Chile no se le dio la cobertura apropiada a esta verdadera revolución pacifica, pero el hecho representa un ejemplo para quienes luchan por mejorar las condiciones de vida del ciudadano común. Mucha más atención recibido el movimiento ciudadano español que comenzó en mayo de este año, cuando miles de “indignados” salieron a las calles de Madrid para protestar por la situación política y social, obligando al gobierno de Rodríguez Zapatero a adelantar las elecciones generales. La denominada primavera árabe comenzó con la revolución tunecina el 2010 y se expandió a varios países autoritarios de la región. Si bien las demandas son por más libertad y democracia, la cobertura mediática se ha centrado lamentablemente en la intervención de EEUU y Europa en Libia, donde los rebeldes actúan como un verdadero ejército. En nuestro país los jóvenes secundarios y universitarios han recibido el apoyo de la ciudadanía en su lucha por la educación gratuita y de calidad, a pesar de los esfuerzos que se hicieron en un principio por minimizar y criminalizar este gigantesco movimiento estudiantil que irrumpió hace ya tres meses. Para sorpresa de muchos hasta en la apaciguada Inglaterra estalló una revuelta a principios de agosto después de la muerte de un joven en manos de la policía londinense. La frustración juvenil por las altas tasas de desocupación y la rigidez de las autoridades trasformaron varias ciudades en verdaderos campos de batalla cuando miles de jóvenes salieron a protestar contra los abusos de autoridad y la discriminación. A primera vista estos acontecimientos parecen ser muy distintos, pero tienen mucho en común. Además del inequívoco rechazo al manejo político y económico ocurren bajo el liderazgo de personas que no actúan en representación de ningún partido político, son una reacción a un hecho particular que se amplia a otros ámbitos de la sociedad, y se organiza casi sobre la marcha, a excepción de lo que sucede con los estudiantes chilenos. Pero lo más curioso es que después de la victoria del movimiento ciudadano islandés, todo ocurre en cosa de meses, en países que a primera vista no tienen conexión directa, casi como si los ciudadanos hubieran estado esperando una señal para salir a las calles. Muchos le dan el crédito a internet y la telefonía inalámbrica, pero los medios no crean conciencia, solo transmiten mensajes. Los jóvenes franceses que protagonizaron la revolución del 68 no tenían computadores ni celulares y sin embargo se organizaron exitosamente en torno a una idea. El mensaje es simple, los ciudadanos de distintos rincones del planeta se han cansado de que se les pase por encima. De que las decisiones se tomen a sus espaldas y de que unos pocos se beneficien del esfuerzo del resto. En algunos lugares es más urgente lo político y en otros lo económico, pero la consigna es la misma: no más exclusión. Según el calendario Maya el 2012 habrá un gran cambio en nuestro planeta, y esto se ha interpretado de distintas maneras, pero con la vista en los acontecimientos sociales más que en los naturales, podría ser el año en que la cordura de la mayoría comience a imponer se sobre la codicia de la minoría.

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lunes, septiembre 05, 2011

Nuestra clase política muestra su peor cara

“Si muere la perra se acaba la leva”, dijo Pinochet antes de desatar la barbarie. Y, aunque después del regreso a la democracia y la experiencia acumulada nadie esperaba volver a escuchar algo así, hoy Tatiana Acuña, Secretaria Ejecutiva del Consejo del Libro, se refiere a la dirigente estudiantil Camilla Vallejo con la misma odiosas expresión. Este tipo de ataques personales y groseros no son atribuibles a un sector político específico, pero se han hecho penosamente frecuentes en la política nacional del último tiempo, cual bullying escolar. Basta recordar al senador DC Andrés Zaldívar cuando aludió al origen alemán de la vocera del Gobierno Ena von Baer que según él parecía “salida de las juventudes nazis”. Y si de discriminación se trata, el líder de RN Carlos Larraín no lo hizo nada de mal cuando declaró que si se apoyan las demandas homosexuales luego habría que apoyar otras “relaciones anómalas” porque “también hay personas que les gusta tener relaciones con animales”. El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, no se quedó atrás cuando sacó a colación el origen judío del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anuniando que la represión hacia los estudiantes le recordaba “los métodos sionistas”. Hay países donde, si no les costase el puesto, los responsables de este tipo de declaraciones enfrentarían, por lo menos, una acusación formal por ofensa y discriminación de género, origen étnico o credo religioso. Pero en Chile hay una liviandad preocupante hacia estas detestables actitudes que definitivamente atentan contra el espíritu de nuestro tiempo. La clase políticas está dando muestra de poca ética cívica en momentos de alta reprobación ciudadana y tanto gobierno como oposición resultan ser un mal ejemplo para los estudiantes que están en las calles pidiendo una educación más inclusiva e igualitaria.

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