Tiempo de favores municipales

Se viene marzo y todo empieza de nuevo. Las localidades turísticas descansan de sus visitantes, los autos vuelven a la capital, los estudiantes a las aulas y los políticos a sus deberes y campañas. Las municipales del segundo semestre tienen a los alcaldes preocupados de hacer lo que hasta ahora no han hecho, tapar los hoyos de las calles, plantar árboles, organizar actividades ciudadanas, entregar asistencia social y hacer todo tipo de favores. El propósito es uno solo, no perder el puesto. Además de hacer muchas cosas que implican la simpatía de los electores, también procuran dejar para más tarde las acciones que podrían significar lo contrario: permisos de edificación, permisos de demolición, rebajas en el presupuesto social y alzas en la recaudación municipal. Obviamente los alcaldes no están solos, la mayoría tiene el apoyo de su partido. Digo la mayoría porque eso depende un poco de qué amigos tienen en la colectidad, si votó bien en la última elección interna, si dijo lo que tienía que decir y calló cuando debió callar. Pero, como sea, un alcalde siempre tiene a sus subalternos, que quiéranlo o no, se ven en la obligación de hacerle campaña. La derrota de su jefe significa perder el trabajo, así que hasta a los puerta a puerta salen los empleados municipales. Tampoco hay que olvidar que si el edil se ha portado bien con los empresarios de la comuna también gozará de su apoyo en todos los sentidos. Esto no es nada nuevo, todos lo saben y si nada cambia de aquí a las elecciones, lo más probable es que el próximo año sigamos con los mismos alcaldes, eternizados en sus puestos gracias a un sistema viciado y no gracias a sus aptitudes ni a los deseos de los ciudadanos.