lunes, febrero 16, 2009

Jiles y Lemebel ironizan sobre Piñera sin profundidad política

En estas prematuras vísperas de elecciones dos de nuestros cronistas de vanguardia han escrito caracterizaciones del presidenciable de la derecha Sebastián Piñera. La de Pamela Jiles se titula “Piñera el travesti” y la de Pedro Lemebel “Carta de Lemebel a Piñera”. Lamentablemente ambos personajes caen en la denostación y la descalificación personal dejando en segundo plano la tan necesaria crítica política. Jiles desde su visión de niña bien y mestiza-blanca, Lemebel desde su origen proletario y mestizo-indio. Lemebel: “¿por qué no se va a Europa si cacha que nunca va a poder blanquear la porfiada cochambre india de nuestra raza?”. Jiles: “En su juventud se empeñó en convertirse en el más morenito de los neo capitalistas de su generación que fueron a doctorarse a los Estados Unidos”. Lo acusan de poco intelectual. Jiles: “creció en el seno de una familia de clase media” y “no tiene cultura”. Lemebel: “cuando cita mal a Neruda se nota que le dio sólo para los números y no para la letra” y “ni siquiera basta con su cátedra fantasma en las aulas de Harvard. A ambos parece molestarles que haya estudiado en EEUU a pesar de ser algo bastante común entre nuestros políticos. Ironizan con su aspecto físico, uno de manera más directa que el otro. Jiles: “un aparecido, siútico, mal agestado, sin cuello y con los bracitos cortos. Lemebel: ”sólo el arribismo miamista de algunos chilenos le compra su receta de vida fácil, su filosofía banal de texano pasicorto” Jiles dice que el presidenciable es un travesti que “usa tacos altos, se somete a cirugías estéticas –cualquier día se pone tetas- y se pasea por los canales de televisión con un estuche de cosméticos en la cartera”. La ironía de Lemebel es distinta, por su cercanía al mundo transexual, aunque también lo asocia al show y las plumas: “No hay peso intelectual en su carnavaleo de propaganda. “Nada más que modelos tetudas y parientes de hippysmo revenido". De igual forma Jiles saca a colación a los parientes del candidato: “se casó con su primera polola oficial, una joven sin alcurnia como él, pero perfecta para ejercer de la clásica esposa medio pelo", “su padre se manchaba las camisas con mermelada de ciruelas” y “su tío llegaba exigiendo su cazuela de pava, de la que se comía tres platos”. Los dos convocan la imagen de que Piñera y los suyos tienen y comen demasiado. Lemebel: “Me parece obscena esa glotonería de tanto tener ” y “el país se acuerda de usted formando parte de la nata panzona del derechismo empresarial. Jiles lo trata de pelele, chabacano, farandulero y poco fino. Dice que “De joven era feúcho, bajito y mal hecho, además de indiferente a los encantos femeninos”. Lemebel no cuestiona el interés de Piñera en los “encantos femeninos” de Jiles, en cambio se refiere a él con sobrenombres como "mister Piñi", "Piñin" o "Piñi boy". Los dos opinólogos resultan ser muy entretenidos, pero desde el punto de vista de la crítica política, dejan bastante que desear. De donde viene, donde estudió, cuanta plata posee, si es blanco o moreno, si es físicamente atractivo o no, son detalles que debieran quedar fuera al momento de analizar las visiones, las ideas y los proyectos de los políticos y de las personas en general.

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