miércoles, mayo 30, 2007

Corona y fellatio de la reina Bolocco

No hay nada más sabroso, tanto en los conventillos como en los medios de comunicación, que hacer caer al de más arriba, ver al glorificado en el martirio y reducir lo excepcional a ordinario. Ese fue el destino de la casi perfecta, casi rubia y casi reina de Chile, Cecilia Bolocco después de que se descubriera que, a parte de su fama, era una persona normal. Muchos chilenos la admiran, dicen que es bella, que es inteligente e incluso que representa a la mujer nacional. Otros dicen que es un producto creado con fines político sociales durante un triste periodo de nuestra historia. Sea como sea, lo importante hoy es que nadie ha podido hacer caso omiso de las fotografías donde aparece en actitudes sexuales con un hombre hasta hace poco desconocido. Cuando ella era lola esas fotos no se hubieran publicado. Chile eran un país más pudoroso y menos libre. Las hubieran censurado, ya sea por no dar un mal ejemplo o como consecuencia de un simple llamado telefónico. Pero sería interesante preguntarse si hemos sabido sacarle provecho a esta apertura porque, indiferentemente de si uno admira o no al personaje, la verdad es que develar que tiene sexo, al igual que el resto del mundo, no es ninguna noticia. “Es que no es su marido” acusan los mismos que decían que su matrimonio con el ex presidente argentino era una farsa.”Es que trabaja en un canal católico” explican los mismos que se dedican a un oficio tan poco respetable como la “farándula”. La verdad es mucho más simple, se trata de que el asunto es vendible, y lo es porque hay involucrados al menos tres elementos necesarios para construir un escándalo, la fama, el sexo y el protagonismo de una mujer. Nuestra cultura es muy injusta con las mujeres. Ellas tienen sólo dos opciones: ser una dama, o ser una puta, y las damas no practican la fellatio. Si se tratara de un varón dirían que es de mal gusto mostrar las fotos, después que tiene derecho a hacer lo que se le dé la gana y por último sería visto como algo positivo para él. Es extraño que las mujeres dedicadas a esto del chisme mediático, no cuestionen que se haga añico a una colega. No sólo la dejan sola, sino que le dan con, al menos, el mismo entusiasmo que sus compañeros hombres. Hasta ahora no se ha escuchado ningún llamado disidente, ni por salvaguardarse ellas mismas, ni por solidaridad de genero y menos por ética profesional.

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miércoles, mayo 09, 2007

Cuando el enemigo se disfraza de ciudadano

Con rodilleras, cascos, chaleco antibalas, escudos, bombas lacrimógenas y armas de fuego salen los efectivos policiales al encuentro con los ciudadanos, que esta vez se aprestan a festejar el Día del Trabajador. Como si las mujeres, los hombres, los niños y adolescente que aplauden al presidente de la Central Unitaria de Trabajadores y corean las canciones de Inti-illimani fueran sus enemigos. Al finalizar el acto masivo los manifestantes son atacados por el carro lanza agua, el lanza gases y los policías a caballo. Nadie sabe por qué, pero como de costumbre la justificación será que alguien los provocó, aunque nunca hay certeza de quién fue, ni explicación de por qué se dejaron provocar. El procedimiento siempre es el mismo, atacarlos a todos, golpearlos con el chorro de agua, llenarles los ojos y la garganta de gas y corretearlos hasta que desaparezcan. Un mes antes, policías igual de aparatados que estos, mataron a un manifestante adolescente en Villa Francia de un balazo. Hasta hace poco trataron de inculpar a otro civil, lo que deja en evidencia lo injustificable del hecho. Y dos días después de la celebración del 1 de mayo, en el sur del país, mataron a un trabajados en huelga mientras trataba de defenderse del ataque policial que esta vez había incorporado ametralladoras a su parafernalia de costumbre. ¿Por qué esa actitud bélica cuando salen a encontrarse con la población? A estas alturas la pregunta resulta ingenua, pero no podemos dejar de hacerla. Si la postura de las autoridades es que los ciudadanos son el enemigo y hay que reprimirlos, ¡por dios que lo están haciendo bien¡ Pero si la idea es crear las condiciones para que la ciudadanía se sienta segura y disfruten de su libertad de pasear, festejar y manifestar, caramba que algunos se merecen un tirón de orejas, otros unos años de cárcel y varios el repudio de todos nosotros.

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domingo, mayo 06, 2007

Todo cambia - nos guste o no

Por estos días la derecha se declaró contraria a los intereses de las grandes empresas y dejó al gobierno como el más amigo de los ricos. Pero esta relación viene en realidad desde Lagos, cuando éste declaró que se iba con más amigos que antes, refiriéndose a los empresarios. Tampoco es la primera vez que la derecha descoloca al gobierno con acciones de este tipo. Hace algunos años se puso de parte de las victimas de la dictadura cuando lanzó su propuesta para indemnizar a los familiares de secuestrados y asesinados políticos, mientras la Concertación poco y nada decía sobre el tema. Mucha gente se indigna con estos giros de la derecha que tildan de oportunistas, mientras otros se ríen irónicamente y aseguran que a ellos no los van a hacer lesos, porque saben muy bien quién es quién en este país. Pero la verdad es que las cosas no son tan simples. Hace 17 años que los socialistas, los PPD y los otrora mapu no son oposición, y no les urge clamar por democracia, transparencia ni igualdad. Al contrario, sus privilegios se ven favorecidos por la constitución y el sistema electoral que antes criticaron. Les fastidia que les exijan declarar en qué y en quién gastan sus platas parlamentarias y prefieren implementar leyes que benefician a los poderosos más que a los débiles. La derecha tampoco es la de antaño, la UDI se auto denomina partido popular y RN llega a acuerdos con el PC. Los elitistas de antes han salido en busca de la gente de la calle y de los barrios marginales. Saben que el pueblo no es propiedad de ninguna ideología, como a muchos les gustaría creer. Nadie puede contar con votos incondicionalmente, porque así como los ciudadanos tienen a veces demasiada paciencia, también saben castigar en el momento oportuno.